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Mamá cantó una canción de cuna, apagó la luz y salió de la habitación. se quedó ahora completamente solo... o al menos eso pensaba mamá. Porque no estaba solo. Paco, el pingüino, también estaba allí.

Paco se sentó cerca, cantando suavemente una canción.

“Qué canción tan bonita,” dijo .
“Es especial,” dijo Paco.
“Mi mamá me la canta. Puede encontrarme entre miles de pingüinos.”
“¡Yo también reconozco la canción de mi mamá! ¿Cómo es posible?”
“Las canciones de amor son especiales,” dijo Paco, “igual que tú.”
“¿Yo también soy especial?” preguntó , con un pequeño brillo en los ojos.
“Sí, lo eres,” dijo Paco con ternura. “Ojos únicos, una nariz única, boca, manos, pies, una barriguita como ninguna otra, y una voz que nadie más tiene. Eres maravilloso. Y te quiero muchísimo.”

sonrió y empezó a tararear en voz baja la canción de cuna de mamá. Los párpados se fueron haciendo pesados poco a poco, y Paco, que seguía sentado cerca, también se quedó dormido.

Dos respiraciones, dos corazones... y una suave canción que los llevó a ambos al mundo de los sueños.