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Esta noche, se sintió triste. En la escuela,  jugó al fútbol pero no logró marcar ni un solo gol.
Todo lo que  quería era acurrucarse en la cama y olvidarlo todo.

En cuanto  se metió en el saco de dormir, una sensación cálida y familiar lo envolvió. Y entonces… ¡toc toc! Algo golpeó la ventana. ¡Era Paco, el pingüino!

“¿Quieres acurrucarte y dormir conmigo?” preguntó Paco.

se acurrucó junto a Paco, y como por arte de magia, sus pequeñas piernas se convirtieron en aletitas, y su cuerpo se sintió suave y cálido como una pluma.

“¿Estás listo?” preguntó Paco.
“Sí,” respondió . “Ahora yo también soy un pingüino.”

Abrazados fuertemente, se deslizaron por un tobogán helado hecho de estrellas… directo al mundo de los sueños.

¿Y lo mejor de todo? El gol que no llegó durante el día… se marcó en el sueño.